sábado, 13 de octubre de 2018

CARA A CARA. (Ursus arctos cantabricus).

 Hace años que no frecuento zonas oseras en épocas de avistamiento, aunque no  critico su práctica,  reconozco que he visitado estos lugares asiduamente en mis comienzos, y  que he vivido en ellos algunos  momentos de lo más emocionante, desde hace tiempo han perdido todo o casi todo el interés que antes despertaban en mi; demasiada gente, ruidos y por qué no decirlo algún enfado provocado por gente que no sabe estar... No soy de los que piensa que mi presencia y la de mis amigos no molesta a la fauna en el monte y que la de los demás sí, creo que un alto porcentaje de la gente que desarrolla esta afición tiene ética y respeto por el animal en cuestión y además pienso que es un bien de todos y que con unas normas básicas se puede disfrutar en general y hasta ciertos límites del hermoso mundo salvaje. De estas experiencias pasadas me he enriquecido como decía de apasionantes observaciones, pero nada que ver con un encuentro fortuito después de varias horas de caminata, que no te esperas, que no planeas,  con el que siempre has soñado...


  Luz a favor,  viento en contra y  la cámara al hombro preparada para disparar; ese puede ser el  mayor anhelo de un fotógrafo de vida salvaje ante una oportunidad única... Y así de esa manera tan idílica, en una jornada en la que simplemente  salí al reencuentro con la naturaleza sin más intenciones que  desconectar, en algún romántico lugar de la Cordillera Cantábrica ocurrió... 



       




Todo sucedió en menos de un minuto, algo menos de sesenta larguísimos segundos  y a no  más de veinte escasos metros de distancia . En esos instantes la cabeza piensa rápido, intenté que las emociones no me bloquearan y me hicieran fallar por perder los nervios, y    disparé,   disparé bien. Yo acababa de coronar el "collao", el   sol   estaba completamente   en mi espalda,     el viento   tampoco   me delataba,   aún así tardó   muy poco    en reconocer   mi   silueta     bípeda, entonces me miró y se paró, no me veía bien, el oso avanzó interesándose en mi...

    







 Reconozco que hubo un instante de miedo, pero sin alardear de valentía, diré que fue muy breve, duró exactamente el tiempo que tardó en aparecer el sentimiento de culpabilidad. No había programado ni buscado el encuentro, no me había acercado a él intencionadamente, no sabía que estaba allí, simplemente nos encontramos...







 Culpabilidad porque lo gratificante que puede ser este encuentro para algunas personas, quizás sea todo lo contrario para el bicho y los osos son muy sensibles a la presencia humana, así que con la cabeza muy fría agaché la mirada, no hice más fotos, me guardé el ego y aún no sé por qué, adopté una postura sumisa, como si yo fuera otro animal; me comuniqué corporalmente. Hoy tranquilamente delante del ordenador me sorprendo a mi mismo por haber reaccionado así, nunca me hubiera imaginado interactuando  de esa manera, quizás apareció el instinto de supervivencia, delante a muy pocos metros tenía un superdepredador de grandes dimensiones al que le sentía hasta la respiración,  no sabía como podía comportarse con mi compañía y reculé... sin perderle la cara y sin perderle de vista; mirada al suelo, mirada al oso y marcha atrás muy despacio puse más metros entre aquella belleza de la naturaleza y yo, aquel heredero de la montaña salvaje de la Cordillera Cantábrica, ese tesoro vivo que aún resiste pese a los intereses humanos , aquella bestia representaba tanto que estaba profundamente emocionado. Cuando conseguí pasar de nuevo el "collao" pero al lado contrario, donde ya no había contacto visual con el  plantígrado, aceleré el paso, me fui de allí quedando marcado seguramente para siempre... estuvimos muy cerca, más de lo que el y yo hubiéramos querido. No puedo disimular que me siento afortunado ,  soy consciente de que nada pude hacer para evitarlo y también sé que de haberlo visto de lejos nunca me hubiera acercado al igual que otras tantas veces que he visto osos a distancias prudentes.  







martes, 21 de marzo de 2017

LA CORONA DEL PRINCIPE (capreolus capreolus).

  



  Los machos de corzo como el resto de los cérvidos, cada año mudan la cuerna, por lo tanto podemos observar a los "príncipes del bosque" con un aspecto muy diferente según la estación o época del año. Ciervos  y  gamos que son  los "parientes" de los corzos, en un proceso similar, tiran la cuerna con la llegada de la primavera, y la tendrán completamente reemplazada  un poco antes del otoño cuando son tan necesarias en  el popular y conocido celo de estos impresionantes animales. Como particularidad, destacar, que el corzo no va de la mano en cuanto a fechas se refiere con sus primos astados, el "príncipe" tira la cuerna precisamente   en otoño, en primavera la muestra completamente reemplazada,  y en verano comienza su celo.

 Estos procesos se denominan de la siguiente manera:
 
DESMOGUE: Etapa en la que se desprende la cuerna, en este caso, en otoño.
 
BORRA: Cuando el corzo reemplaza sus astas, éstas aparecen recubiertas de un tejido aterciopelado y muy vascularizado que recibe este nombre.
 
DESCORREAJE: las nuevas cuernas como decíamos, vienen cubiertas de borra, en primavera, el corzo se descorrea dejando ver ya el aspecto óseo que suelen tener la mayor parte del año.

 Las tres imágenes que vemos a continuación corresponden al mismo ejemplar de corzo en distintas épocas del año, como se puede observar la apariencia totalmente distinta.






 Tras el desmogue su aspecto es similar al de la hembra, "desnudos" los machos se vuelven más tímidos aún. Si nos fijamos bien se pueden apreciar las cavidades craneales   de donde emanará la nueva.



  El desmogue no es estrictamente simultaneo y alguna vez  se pueden encontrar a los machos de esta guisa conservando aún una de sus armas.

 

  A lo largo de los años he conseguido fotografiar corzos en numerosas ocasiones, esta es una selección  del archivo de machos que han pasado por delante del teleobjetivo. Vemos distintas cuernas de ejemplares diferentes y de diferentes edades.












 
   

jueves, 16 de febrero de 2017

TEJONES Y MAZMORRAS. (meles meles).

 




   Tejones, melandros, tasugos... son los distintos nombres con los que se conoce a un mustélido muy especial. Estas imágenes desgraciadamente son tan crudas como cotidianas... Incluso puede que para muchos sea la única forma de ver un tejón a plena luz del día...

 Cuando cae la noche salen de sus mazmorras, las tejoneras, sofisticadas galerías subterráneas donde habitan estos profesionales cavadores de tierra. Sus patas delanteras de grandes uñas están perfectamente adaptadas para modificar el terreno y crear estas complicadas moradas que pueden llegar a ocupar en ocasiones hasta 80 m de pasadizos subterraneos. Con varias entradas y salidas que permiten a los melandros, (que siempre viven en comunidad) optar por un plan A,B,C incluso D en caso de peligro o de invasión en su morada.

  Observo a una familia desde hace un tiempo y estas son algunas fotografías y videos de las muchas muestras, indicios o individuos que conseguido fotografiar.





Fotografías de las inconfundibles huellas de tejón que recuerdan a las del oso, pero evidentemente, con un tamaño mucho menor. 






  Entrada o salida de la delicada tejonera, utilizada indistintamente por un clan familiar para estos dos cometidos, en las proximidades otras dos cavidades similares de la misma morada eran utilizadas por el grupo.




                                        


                                        





                                         

  Videos captados con una cámara de trampeo de dos ejemplares distintos, de la misma familia en su territorio, marcando y comprobando el paso de intrusos en sus dominios. Como se puede observar, el olfato es su mejor arma, son casi ciegos o ciegos al completo, el oído y la nariz son su garantía de supervivencia. Omnívoros y oportunistas, las estaciones del año fuerzan el cambio en su menú, que suele ser a base de frutos del bosque, como particularidad destacar que al menos esta familia tenía especial debilidad por los higos, arriesgando bastante y adentrándose entre las casas del pueblo más próximo en busca del dulce fruto otoñal, por el cual perdían su característica timidez. Lombrices, anfibios y carroña también entran en la carta con especial mención a la miel, algunos dicen que su nombre científico (meles meles) proviene precisamente de su afición por este manjar.
A continuación una serie de imágenes que muestran el paso de un miembro del clan por un nido de abejorros, que aunque no tienen una gran cantidad de miel que ofrecer, está claro que al sr tejón le interesaba igualmente.







  Destacar que los tejones defecan siempre en las mismas letrinas que estratégicamente tienen colocadas.





  Después del trabajo de campo, en ocasiones aparecen los resultados, la improvisación no suele ser el denominador común en las fotos de estos bichos. Ahí va una muestra de alguna imagen con cierta calidad que son el producto del seguimiento de este clan que ha durado o dura en el tiempo y que ya son casi dos años que nos "conocemos"... Atrás quedan encuentros cara a cara, material gastado, roto, mojaduras y también la tala del bosque donde se ubica su tejonera, que me llevó a pensar que los perdería, que se irían, pero ahí siguen, las máquinas durante 15 largos días no desahuciaron a los tasugos de su hogar, que casi con total seguridad, lleva siendo utilizado muchos años por sus parientes predecesores  como suele ser habitual, las tejoneras duran décadas. 








domingo, 15 de noviembre de 2015

Premio Concurso Fotografía del Sueve "Josefina Pis" 2015.


EL GAMO EN RONCA, EL TEXU CENTENARIO Y UN RIVAL EN LA RETAGUARDIA.


  Esta es la imagen ganadora del premio de fotografía del Sueve 2015 (jurado popular). La fotografía trata de plasmar el comportamiento de estos grandes mamíferos durante el celo "la ronca" que año tras año, al comenzar el otoño se desarrolla en algunos recónditos y alejados lugares del Sueve. 

  El título es largo y poco llamativo, pero de alguna manera he tratado de resumir lo que se ve en la imagen; el movimiento que transmite el gamo en una sola escena congelada, puede darnos una idea del vigor y el ímpetu con el que se mueven estos días, están alterados y las luchas entre los machos no cesan... El texar (bosque de tejos) donde se desarrolla esta escena, es mágico y cargado de siglos de historia que aportan estos fósiles vivientes que son los texos del Sueve. La última parte de este interminable título quiere señalar como en la sombra otro gamo acecha al protagonista, un rival que le acosa y persigue como veremos más adelante.

 Sin más os dejo unos enlaces de prensa haciéndose eco del veredicto y un montaje de fotografías relacionadas con esta, que ayudarán a percibir como fue aquello, mi posición con la cámara y alguna duda más que alguna persona  me planteaba al ver la imagen premiada. 

                                                 
                                               El Comercio, Fallo del jurado. 

                              



                                             El Comercio; entrega de premios.


                                   
                                             COMO SE HIZO / MAKING OFF.

                             












viernes, 13 de noviembre de 2015

Criaturas de la noche II. La gineta. (Genetta genetta).

  La gineta, otro carnívoro muy abundante, aunque su vida discurre en la oscuridad, cuando la noche cae... De ahí que sea una gran desconocida. Pese a una similitud física y de comportamiento con algunos mutélidos, con los que frecuentemente comparte territorio, la gineta o jineta es un vivérrido emparentado con las hienas y que procedente del continente africano; se cree que la venía en los barcos árabes que llegaban a la Península cuando la invasión musulmana, estos animales habían sido domesticados y  utilizados para acabar con roedores que inevitablemente llevaban a bordo.

  Aquí unas secuencias de la gineta en su ambiente nocturno. 










domingo, 4 de octubre de 2015

Criaturas de la noche; la garduña. (Martes foina).

 Estrictamente nocturna, es casi imposible  observar en horario diurno. " La fuina" como se le conoce popularmente en Asturias, es un voraz depredador como no podía ser de otra manera debido a su condición de mustélido. Muy extendida por nuestros bosques, aunque como decía no es  "visible" ya que sólo se mueve en la noche, una imagen (desgraciadamente) muy típica de la garduña con luz del día,  se da en  las carreteras, donde caen bastantes ejemplares víctimas de atropellos. Su pequeño tamaño le permite "colarse" en pequeños huecos y cavidades lo que le hace muy eficaz en la caza de pequeños roedores, también le permite la entrada en propiedades humanas como son los gallineros, motivo por el que  siempre ha sido señalada en las zonas rurales por sus sangrientas incursiones.

  Las fotografías están realizadas con barrera de infrarrojos invisibles, una noche de lluvia en una zona previamente controlada, donde se mueve este espectacular animal, compartiendo territorio con ginetas y al menos una marta.