A pesar de las inclemencias, subí a la montaña; la lluvia y los días nublados también dan resultados interesantes. El momento y lugar escogido era propicio para observar y fotografiar aves carroñeras... Aunque los grandes necrófagos no aparecieron, si lo hizo el córvido más conocido, el cuervo, un ave tan común como distante . Siempre alerta, se fiaba más de su vista que de su oído, de ahí este acercamiento a mi cámara, seguramente escuchaba el característico sonido de la cámara reflex cuando hace una foto, pero no veía a nadie ni a nada, así que se paseaba con relativa tranquilidad por delante de mi objetivo.
Interesado en los restos de carroña paseaba a la vera del animal muerto, pero no le quitaba ojo a la zona donde yo estaba.
Finalmente se decidió, cogió lo que sus limitaciones físicas le permitían y se fue...
Al cabo de un cuarto de hora, minuto arriba minuto abajo apareció, supongo que después de poner a buen recaudo el alimento.
Los días lluviosos dan un atractivo diferente a las fotografías, personalmente, si el animal está relativamente cerca, prefiero las imágenes de los días nublados, si son lluviosos mejor. El cuervo con esta mojadura hace una escena diferente, probablemente en un día soleado, dadas las horas que eran de la tarde , la luz sería muy dura y el plumaje del córvido no luciría tan elegante.
Picoteaba y vigilaba la zona pero nada podía hacer sin sus parientes lejanos los buitres leonados que en esta jornada no se dejaron ver... El inquieto cuervo ansiaba su llegada aunque no sé si tanto como yo...